El nombre de Sean «Diddy» Combs, ícono del hip-hop y empresario multimillonario, está más cerca que nunca de convertirse en sinónimo de escándalo y crimen. Este lunes, el jurado encargado de decidir su destino comenzó la deliberación final en un caso que podría llevar al artista a cadena perpetua por cargos de crimen organizado y trata sexual.
Después de dos intensos meses de juicio, donde desfilaron 34 testigos y se analizaron miles de correos, llamadas y registros financieros, el jurado compuesto por ocho hombres y cuatro mujeres recibió las instrucciones legales del juez Arun Subramanian. Ahora tienen la tarea de emitir un veredicto unánime sobre cinco cargos federales que pesan sobre el productor de 55 años.
¿De qué se le acusa a P. Diddy?
El caso contra Sean Combs ha causado conmoción no solo por la gravedad de los delitos, sino por su supuesto carácter sistemático a lo largo de décadas. Los cargos incluyen:
- Conspiración de crimen organizado
- Trata sexual mediante fuerza, fraude o coerción
- Transporte con fines de prostitución
Dos de los cargos se refieren directamente a víctimas que testificaron ante el jurado. Una de ellas es la cantante Casandra “Cassie” Ventura, expareja del artista, quien narró episodios de abuso físico, psicológico y sexual, incluyendo fiestas con trabajadoras sexuales y el uso forzado de drogas.
Otra testigo, cuyo nombre fue protegido, dio un testimonio similar sobre las prácticas que se habrían mantenido durante años en entornos controlados por Combs.
“No es un dios”: la fiscalía acusa poder, abuso e impunidad
La fiscal encargada del caso fue tajante durante los alegatos finales: “El acusado se creía intocable. Cruzó tantas líneas que ya ni siquiera las veía”. Aseguró que Combs se aprovechaba de su posición de poder en la industria musical para explotar mujeres bajo coerción.
“El acusado nunca pensó que las mujeres a las que lastimó tendrían el valor de hablar. Eso se acaba hoy. El acusado no es un dios”, afirmó con contundencia.
¿Qué dice la defensa?
Por su parte, los abogados de Combs pintaron un retrato muy distinto: defendieron su trayectoria como “empresario exitoso, hecho a sí mismo” y alegaron que, aunque hubo relaciones sentimentales complicadas, las acciones fueron consensuadas y motivadas por intereses personales.
La defensa no presentó testigos y Combs no subió al estrado, estrategia común en los juicios penales en Estados Unidos, donde la fiscalía debe probar más allá de toda duda razonable la culpabilidad del acusado.
¿Qué sigue?
El jurado ya delibera a puerta cerrada. En caso de que el veredicto sea de culpabilidad en todos los cargos, P. Diddy podría ser sentenciado a cadena perpetua en una prisión federal.
El resultado del juicio no solo impactará su futuro personal, sino que podría marcar un antes y un después en la forma en que se juzga el poder y la impunidad en la industria del entretenimiento.