Por Bruno Cortés
En el corazón del Valle del Mezquital, allá donde la tierra es dura y la gente más, la vida diaria se ha vuelto un infierno… y no por el calor. Los habitantes de al menos 18 comunidades que rodean la presa Endhó, en Hidalgo, están enfrentando una plaga que ya pasó de ser molesta a francamente peligrosa: el mosco Culex, ese que parece inofensivo pero puede transmitir enfermedades tan graves como la encefalitis japonesa y el virus del Nilo Occidental.
No, no es una película de ciencia ficción. Es real. Y es tan grave que el diputado federal Asael Hernández Cerón, del PAN, salió esta semana a levantar la voz en el Congreso. En una rueda de prensa que pocos medios replicaron con la urgencia debida, pidió al Gobierno Federal que se declare una emergencia sanitaria en la zona. Y no lo hace por protagonismo. Lo hace porque en esas comunidades ya no se puede ni abrir la puerta sin que los moscos se metan como si pagaran renta.
¿La raíz del problema? El lirio acuático que se ha apoderado de la presa Endhó, un espejo de agua que ya se convirtió en criadero masivo de moscos. Este crecimiento del lirio, que en otras condiciones podría parecer algo natural, se descontroló por una sencilla razón: abandono institucional. Ni la Federación, ni el estado, ni los municipios han hecho su chamba en al menos tres años. Antes, al menos se hacían campañas de fumigación y limpieza. Hoy, nada.
Y mientras los políticos miran a otro lado, la realidad en las comunidades de Tula de Allende, Tepetitlán y Tezontepec de Aldama se deteriora. No solo está en juego la salud de las personas, sino también su sustento. El ganado de traspatio, ese que ayuda a muchas familias a sobrevivir, está muriendo por culpa de los piquetes. Vacas, gallinas, borregos… todos están cayendo.
El diputado Hernández Cerón lo dejó claro: esto ya no se trata solo de contaminación. Se trata de salud pública y de economía familiar. Por eso está exigiendo que el Ejecutivo actúe, que se instale una mesa intersecretarial para coordinar un plan urgente: fumigaciones, limpieza, erradicación del lirio, lo que sea necesario para detener esta crisis antes de que termine en tragedia.
Y sí, puede sonar como una historia local, pero lo cierto es que lo que pasa en el Mezquital podría pasar en cualquier parte de México donde el abandono institucional se junte con el cambio climático y la falta de voluntad política. Esta vez fue un mosco. La próxima, ¿quién sabe?
Mientras tanto, las familias siguen esperando que alguien, por fin, les haga caso.