La medicina ha dado un paso histórico con la realización del primer trasplante de vejiga en un ser humano, una hazaña quirúrgica sin precedentes llevada a cabo por un equipo conjunto de cirujanos de Keck Medicine de la Universidad del Sur de California (USC) y de UCLA Health. Liderado por los doctores Inderbir Gill y Nima Nassiri, el procedimiento se realizó el 4 de mayo en el Centro Médico Ronald Reagan de la UCLA y abre nuevas posibilidades para pacientes con disfunciones vesicales graves.
El caso que marcó este hito es el de un paciente que había perdido gran parte de su vejiga y ambos riñones como consecuencia de intervenciones quirúrgicas previas para tratar cáncer. Durante siete años, dependió de la diálisis para sobrevivir. La solución médica fue un trasplante combinado de riñón y vejiga, un procedimiento que hasta ahora no se había logrado debido a la extrema complejidad anatómica de la pelvis y a las exigencias técnicas del trasplante vesical.
La intervención quirúrgica duró ocho horas y fue meticulosamente planeada por los doctores Gill y Nassiri, quienes dedicaron cuatro años al desarrollo de esta técnica y a superar los obstáculos regulatorios necesarios para autorizar el procedimiento. Primero se trasplantó el riñón y luego la vejiga; ambos órganos fueron conectados y comenzaron a funcionar de inmediato. El riñón produjo un alto volumen de orina desde el primer momento, eliminando por completo la necesidad de diálisis. El paciente no solo presentó una mejora inmediata de su función renal, sino que también pudo orinar por primera vez en siete años.
Hasta ahora, los tratamientos para enfermedades vesicales graves consistían en reconstrucciones a partir del intestino del propio paciente, lo que implica riesgos como infecciones crónicas, problemas digestivos y deterioro renal. Según Gill, si bien estas alternativas han salvado vidas, también han comprometido la salud de muchos pacientes en el largo plazo. En contraste, el trasplante de vejiga permitiría contar con un reservorio urinario más natural, con potencial para ofrecer una mejor calidad de vida.
Nassiri añadió que los candidatos ideales para este tipo de trasplante, al menos en esta etapa inicial, son pacientes que ya necesitan un trasplante renal o que tienen otro órgano trasplantado. Esto se debe a que el procedimiento requiere el uso prolongado de inmunosupresores para evitar el rechazo del nuevo órgano, lo cual no está exento de efectos secundarios.
Aunque aún quedan muchas preguntas por responder —como la duración funcional del órgano trasplantado y la dosis óptima de inmunosupresores—, los resultados de esta primera cirugía son prometedores. El equipo médico enfatiza que este hito no solo representa una proeza técnica, sino una esperanza real para pacientes con vejigas altamente deterioradas, quienes podrían beneficiarse en el futuro de esta innovadora alternativa terapéutica.
El trasplante de vejiga marca así una nueva era en la urología y la medicina regenerativa. A medida que se recopilen más datos clínicos y se realicen nuevas intervenciones, los especialistas esperan que este procedimiento se convierta en una opción viable y segura para más personas en el mundo.