Viajar sin miedo: diputadas de MC exigen transporte seguro y libre de violencia sexual

Por Bruno  Cortés

 

Subirse a un camión, un taxi o pedir un viaje por app no debería ser un acto de valentía, pero para muchas mujeres en México, lo es todos los días. Por eso, un grupo de diputadas de Movimiento Ciudadano decidió poner el tema sobre la mesa con una iniciativa que busca cambiar la forma en que se concibe la movilidad en el país: con enfoque de género y cero tolerancia a la violencia sexual.

La propuesta fue presentada por la diputada Laura Irais Ballesteros Mancilla y respaldada por sus compañeras Anayeli Muñoz Moreno, Irais Virginia Reyes De la Torre, Laura Hernández García, Paola Michell Longoria López y Gloria Elizabeth Núñez Sánchez. Lo que plantean no es nada del otro mundo: quieren que la Ley General de Movilidad y Seguridad Vial obligue al Sistema Nacional de Movilidad a crear y fortalecer protocolos para prevenir, atender y erradicar la violencia sexual en el transporte, ya sea público o privado.

En pocas palabras, buscan que haya reglas claras, acciones puntuales y coordinación entre autoridades y empresas de transporte para que subirse a un camión o a un Uber no sea una ruleta rusa, sobre todo para mujeres, niñas y personas en situación vulnerable. Y no solo se trata de atender lo que ya pasó, sino de prevenir que pase.

Las reformas a los artículos 1, 7 y 11 de la ley también quieren que se reconozca legalmente a los servicios privados de transporte (como plataformas de viaje) como parte de la red de movilidad, lo que implicaría que también tengan que aplicar estos protocolos de seguridad.

El argumento de las legisladoras es claro y está basado en datos duros: las mujeres, especialmente las más jóvenes, son quienes más sufren violencia sexual en el transporte. Y no es casualidad. Mientras que muchos hombres solo van y vienen del trabajo, las mujeres suelen hacer trayectos más diversos por las responsabilidades de cuidado: llevar a los hijos a la escuela, hacer las compras, acompañar a sus padres, etc. Es decir, se mueven más y en horarios distintos, lo que las expone más.

Además, hay una enorme brecha en la forma en que se toman decisiones sobre movilidad. El transporte ha sido históricamente dominado por hombres, desde choferes hasta planificadores urbanos, lo que ha hecho que las necesidades femeninas simplemente no se tomen en cuenta. Eso explica por qué el diseño de rutas, horarios y medidas de seguridad muchas veces no consideran los riesgos específicos que enfrentan las mujeres.

Según cifras citadas por las diputadas, las empleadas representan el 41.1% de las usuarias frecuentes del transporte público, seguidas por estudiantes (30.8%) y mujeres dedicadas al hogar (13.6%). Es decir, son ellas quienes más se suben al camión, al metro, al micro. Y sin embargo, son también las más desprotegidas.

La iniciativa ya fue turnada a la Comisión de Movilidad, donde deberá discutirse. Pero si logra avanzar, significaría un paso importante hacia una movilidad más segura, más justa y, sobre todo, más humana. Porque nadie debería tener miedo de subirse al transporte. Y mucho menos por el simple hecho de ser mujer.